Hechos 3:1-8
INTRODUCCIÓN: Pedro,
cuando fue llamado, lo único que podía ofrecer era peces y una barca, pues era
pescador. Sin embargo, al ser salvo por Jesucristo y lleno del Espíritu Santo,
pudo ofrecer mucho más que eso: vida eterna en Jesús, milagros, prodigios,
sanidad, paz, gozo, libertad, etc.
Del texto que leímos podemos
concluir que estos hombres habían ocupado el tiempo en hacer algo más que oro y
plata, y eso dieron. Ahora ya tenemos más que ofrecer de lo que teníamos antes.
“Lo que tengo, doy”. Si preparamos personas que tengan algo más que dar,
edificaremos la iglesia que Dios ha querido siempre. Jesús quiere que
ofrezcamos más de lo mismo que hemos recibido.
Jesús dijo: “Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado.
Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de
gracia recibisteis, dad de gracia” (Mt 10:7-8)
DESARROLLO
1)
De demandantes a ofertantes: Cuando la persona viene a Jesús,
viene con demandas y espera que a través de la palabra y la unción, sus demandas
sean satisfechas. Se les da, y al consolidarlos y saciar sus necesidades, se
les convierte de demandantes en ofertantes.
Una de las tareas de la iglesia es
motivar a la gente hasta que diga “esto tengo que dar”. Hay gente que posterga
su restauración porque les gusta sentir lastima de sí mismas (o que otros la
tengan). Las iglesias están llenas de gente consumidora y no productora. Esto
hace que los pastores y líderes tengan muchos aficionados y pocos comprometidos.
2)
Ninguno puede hacer una obra si no tiene una mente de ofertante:
El Señor prometió al pueblo de Israel que los sacaría de Egipto y los llevaría
a la tierra prometida. Él dijo a Moisés: “y
le diréis: Jehová el Dios de los hebreos nos ha encontrado; por tanto, nosotros
iremos ahora camino de tres días por el desierto, para que ofrezcamos
sacrificios a Jehová nuestro Dios.” (Ex 3:18).
Dios dejó claro para que quería
hacer libres a los israelitas: para que pudieran ofrecer. Cuando las personas
son libres de sus aflicciones y ataduras debemos guiarlos a que puedan ofrecer
a Dios.
“Después
Moisés y Aarón entraron a la presencia de Faraón y le dijeron: Jehová el Dios
de Israel dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto. Y
Faraón respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel?
Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel. Y ellos dijeron: El Dios
de los hebreos nos ha encontrado; iremos, pues, ahora, camino de tres días por
el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehová nuestro Dios, para que
no venga sobre nosotros con peste o con espada” (Ex 5:1-3)
3)
Dios quiere que su pueblo sea libre y le celebre fiesta:
A los israelitas se les olvidó quienes eran, y creyeron que eran solamente
esclavos de Egipto y que dependían de ellos para comer. Creyeron la mentira y
por eso llegaron a tener mentes de demandantes. Peor que eso, llegaron a pensar
como ladrilleros, como esclavos; para ellos eran inconcebible la idea de
ofrecer algo, sino solamente pensaban en demandar. Pero la realidad era otra.
Fue a causa de la sabiduría de José que en tiempos antiguos pudo comer todo el
pueblo de Egipto; no fue a causa de Egipto que comió Israel. Nosotros no estamos
bien a causa del mundo, el mundo está bien (o por lo menos no termina de
corromperse) a causa de nosotros (la iglesia). Nosotros le damos sabor al
mundo, pues somos la sal de él.
Éxodo 1:8-14 menciona que los
egipcios necesitaban de su mano de obra. El faraón se aprovechó de esto para
oprimir al pueblo de Dios para que no se multiplicaran, matando a los hijos
varones. Esto quiere decir que Satanás tiene estrategias para que no nos
multipliquemos.
Lea Éxodo 5:5-20 y verá las palabras
mentirosas que hablaron a los hijos de Israel. Les dijeron que como estaban
ociosos se les ocurría la idea de ser libres y hacer fiesta y les pusieron más
trabajo. De esta forma el diablo trata de meternos mentiras para que no hagamos
lo que Dios quiere y no le sirvamos. Faraón tiene su estrategia, decía: “Estos están
ociosos”. El diablo le mete a las personas a la cabeza que deben darle a Dios
solamente los tiempos de ocio. “¿Para que trabajas tanto para Dios? ¡Preocúpate
de trabajar más para mejorar tu nivel de vida!”. Luego, ataca eso poniendo más
trabajo. Como resultado los cristianos le dedican menos tiempo a Dios. Puede
darse por ser promovidos o porque se aumenta la cantidad de trabajo, pero al
verse apretados recortan el servicio. Eso lo programó el diablo. Hay que desprogramarlo
con la ayuda del Espíritu Santo.
Siempre el primer tiempo que se
recorta cuando estamos cargados es el de Dios. ¿Por qué las personas no dejan
de ver televisión o ir al gimnasio para dedicarse más a Dios? Pero si Dios
encuentra gente que siempre le hace tiempo a Él sin importar la carga, el
diablo ya no tiene más tiempo que cargar.
APLICACIÓN: El
Señor quería liberar al pueblo de Israel de la opresión que tenían, ensenándoles
a ser ofertante; él quería que celebraran fiesta en el desierto y que se
levantaran como un ejército conquistador que tomara la tierra prometida. Pero a
los israelitas les costó creerle, pues tenían una mente de ladrilleros, una
mente estrecha que no les permitía verse a sí mismos como Dios los veía. Por
eso no le creyeron a Dios y quedaron postrados en el desierto, no entrando en
la tierra prometida.
Dios se fastidia de ver lo que Faraón
hizo en la mente de ellos, pues cambió su mentalidad a puros demandantes. Por
eso lo primero que le dijo fue “sal y me ofreces”. Porque él tiene que cambiar
nuestra mente. Cuando eres transformado por el Espíritu Santo, puedes ofrecer
algo a Dios. Mientras más se pone usted en la línea del que ofrece, más próspero
será.
Si tú vas a ser líder, tienes que
tener mente de ofertante y persistir hasta que las cosas se den. YO SOY UN
OFERTANTE. TÚ ERES UN OFERTANTE. Vamos a ofrecer.
este articulo es tan edificante con el solo hecho de leer con fe.
gracias a la iglesia Galiea que aporta con esta gran enseñanza todos los miercoles en Guayaquil
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