martes, 18 de marzo de 2014

Dios y la familia

Dios y la familia
«Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno. Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre» (Marcos 10:7-9)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Génesis 2:1-25

He aquí el origen sagrado de la familia. Es la más maravillosa idea para la felicidad del ser humano: ¡Crear un espacio donde los seres humanos lograran apoyarse y ayudarse incondicionalmente, donde pudieran reproducir el amor Dios y tener la oportunidad de crecer y desarrollarse juntos de forma integral, de tal manera que pudieran representar una enorme bendición a su entorno y sociedad! Con el permiso divino un hombre y una mujer forman un hogar, al que Dios ha determinado su estructura interna, al que le ha designado su propósito y su meta, y como si fuera poco, al que le imparte su bendición para que permanezca y prospere. Podemos decir entonces, que la familia le pertenece a Dios.

Queda claro que el Autor y Dueño de la familia es Dios, y por tanto, es con el primero que hay que contar cuando vamos a establecer un hogar, y también, paso a paso, en el diario caminar de la vida familiar. Al respecto, hay una afirmación en la Palabra de Dios, que dice: «Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen» (Salmo 127:1). Todo esfuerzo que hagamos por conservar, unir o fortalecer la familia, será en vano si no contamos con Dios. Será imposible que un matrimonio sea verdaderamente feliz, independiente de Dios, pues los seres humanos no tenemos la capacidad de proveer al hogar todo aquello que necesita para su edificación, como es: amor incondicional y verdadero, paz independiente de las circunstancias, entrega y compromiso que brinde a nuestro cónyuge e hijos, seguridad, armonía y felicidad.

De ahí, que consideremos que si la familia es de Dios, también hemos de mirar con bastante cuidado lo que Él nos ha dicho acerca de ella, con la seguridad que nos brinda el consejo más sabio y acertado. Siendo su Creador, Dios conoce las cosas pertinentes a ella, y por consiguiente quien nos puede ofrecer la más precisa orientación. Eso es precisamente lo que Dios nos ha dejado en el supremo, único y excelente Manual de Instrucciones para la vida de éxito, que es la Biblia, ¿por qué no lo usamos para lograr la verdadera realización en el matrimonio y la construcción de un hogar feliz? Se hace urgente que todas las familias de hoy se guíen por los principios divinos, pero si comenzamos por nosotros mismos, haciendo que en nuestros hogares se pongan en práctica los principios divinos, estaremos haciendo nuestro mejor aporte a la restauración de la sociedad.

HABLEMOS CON DIOS

Padre amado, cuánto nos amas al permitirnos constituir una relación tan sustentadora y maravillosa como el matrimonio y la familia. Danos, por favor, la sabiduría necesaria para preservarla en unidad. Enséñanos a perdonar, a darnos el mejor trato y a brindarnos el apoyo mutuo que tanto necesitamos. Amen.

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